Era una noche más oscura de lo normal y demasiado silenciosa. Parecía como si los perros callejeros del barrio se hubieran puesto de acuerdo para no pasear esa noche. Ellas se habían quedado solos en casa, bajo el cuidado de un primo de 14 años (Lucas), quien había ido de visita, mientras sus padres estaban en una cena a pocos minutos de allí.
En total habían cuatro personas en la casa, dos niñas pequeñas, la hermana mayor y el primo. A las 9 de la noche, los dos mayores llevaron a dormir a las niñas al segundo piso, y luego bajaron a la sala a continuar viendo la televisión. A las 10 de la noche, la hora en que debían volver los padres a casa, ellos llaman y les dicen a los adolescentes que tardarán un par de horas más en llegar y que si necesitan algo los llamen al número de la casa del amigo al que han visitado. La madre agrega que revisen que las niñas estén dormidas porque a veces se despiertan y siguen jugando y al otro día amanecen cansadas. Los jóvenes hacen caso y suben las escaleras, pero cuando abren la puerta de la habitación de las pequeñas, notan que algo raro está pasando; en efecto, ambas están dormidas, pero el cabello largo de una de ellas está ligeramente levantado y pueden ver como unos dedos invisibles los peinan separando las hebras de pelo.
Los primos quedan paralizados ante el acto y cuando quieren gritar, sienten una ráfaga de viento helado hacia ellos y la palabra "Váyanse", así que asustados salen corriendo a la sala, donde, luego de calmarse llaman a los padres. Estos no les creen pero vuelven a la casa y al subir a la habitación de las niñas no ven nada anormal, aunque el cuarto se siente más frío que los demás ambientes, así que mandan a los adolescentes a dormir en sus habitaciones, mientras ellos hacen lo mismo.
Lucas permaneció en casa de sus primas por tres días y cuenta que no volvería a visitarlas por tanto tiempo ni de noche. Y es que los días siguientes repitió la hazaña de ver a sus primas pequeñas dormir, poco más de las 10 de la noche y pudo ver como unas manos invisibles seguían peinando a una de ella, mientras dormía.
En total habían cuatro personas en la casa, dos niñas pequeñas, la hermana mayor y el primo. A las 9 de la noche, los dos mayores llevaron a dormir a las niñas al segundo piso, y luego bajaron a la sala a continuar viendo la televisión. A las 10 de la noche, la hora en que debían volver los padres a casa, ellos llaman y les dicen a los adolescentes que tardarán un par de horas más en llegar y que si necesitan algo los llamen al número de la casa del amigo al que han visitado. La madre agrega que revisen que las niñas estén dormidas porque a veces se despiertan y siguen jugando y al otro día amanecen cansadas. Los jóvenes hacen caso y suben las escaleras, pero cuando abren la puerta de la habitación de las pequeñas, notan que algo raro está pasando; en efecto, ambas están dormidas, pero el cabello largo de una de ellas está ligeramente levantado y pueden ver como unos dedos invisibles los peinan separando las hebras de pelo.
Los primos quedan paralizados ante el acto y cuando quieren gritar, sienten una ráfaga de viento helado hacia ellos y la palabra "Váyanse", así que asustados salen corriendo a la sala, donde, luego de calmarse llaman a los padres. Estos no les creen pero vuelven a la casa y al subir a la habitación de las niñas no ven nada anormal, aunque el cuarto se siente más frío que los demás ambientes, así que mandan a los adolescentes a dormir en sus habitaciones, mientras ellos hacen lo mismo.
Lucas permaneció en casa de sus primas por tres días y cuenta que no volvería a visitarlas por tanto tiempo ni de noche. Y es que los días siguientes repitió la hazaña de ver a sus primas pequeñas dormir, poco más de las 10 de la noche y pudo ver como unas manos invisibles seguían peinando a una de ella, mientras dormía.
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