Historias de fantasmas - Las voces de los obreros fantasma en Lurin


En Playa Arica, cerca de el Club de la Marina, han ocurrido muchos accidentes. Por lo general en el peatonal que está cerca del club. Algunos atropellados, otros autos que se chocan, incluso alguna vez vi un camión quemado estacionado debajo del puente. Como sea, se ha vuelto un lugar típico de este tipo de eventos, pero ¿desde cuándo se dan? ¿sucedió algo años atrás, antes incluso de que el puente peatonal se construyera? 

Mariana era muy pequeña en aquel entonces, tendría seis o siete años y vivía con su familia en una choza en la playa. Ahí donde ahora solo hay descampado y una que otro guardián protegiendo un terreno vacío, con varios perros. Entonces solo estaba su casa humilde, de esteras, iluminada con la luz de un lamparín de kerosene que su madre dejaba en la mesa para indicar a sus hermanos mayores la dirección de la casa, en medio de la oscuridad. 

Cuando Mariana estaba chica, unos obreros estaban haciendo trabajos durante la noche en la Panamericana Sur, justo por donde hoy está el puente peatonal que antes menciono. En eso, en medio de la madrugada, se oyó un fuerte ruido y los hermanos de Mariana fueron a ver lo que había ocurrido Y volvieron asustados a casa, la escena que habían visto era desgarradora. Según se cuenta, al parecer el conductor de un camión de carga se había quedado dormido y no había logrado ver a los pobres hombres que estaban en plena pista trabajando y los había arrastrado por completo, no había sobrevivido ninguno. 

La niña quedó asustada con lo que sus hermanos contaron, pero eso no sería lo peor que pasaría días después. Luego de que la escena de la muerte fue limpiada, las cosas parecían volver a la normalidad en la zona. Era otro accidente más, o al menos eso se creía y es que algo paranormal empezó a pasar cerca de la casita de Mariana. En las madrugadas, un frío más gélido que el invierno en Lima, empezaba a sentirse en pleno verano y el lamparín de la mesa de su madre empezaba a tintinear, cuando se empezaba oír fuera de la casa unos murmullos en la oscuridad. Los perros que tenían en la casa ladraban sin parar y las gallinas y pollos que criaban se comportaban diferente, tratando de irse hacia el fondo de la habitación, lejos de los murmullos que parecían tocar a la puerta. 

Para Mariana era una cosas nueva, pero para su madre, que había vivido tantos años en aquel lugar, no era ninguna novedad. - Son las voces de los muertos hija. - Le decía. - Todavía no saben que se han ido de este mundo y siguen la luz que he dejado prendida aquí. Cuando se den cuenta de que han muerto, se irán. Hay que rezar por sus almas. - Y rezaban. Hasta que las voces se iban callando o hasta que el sueño les ganaba. Así pasó varias noches hasta que uno de los hermanos, cansado de las visitas y las voces de los fantasmas, decidió tomar medidas al respecto y fue a hacer lo que hacen todos cuando hay una muerte en la carretera: colocar una cruz en el lugar del accidente, así los espíritus van a ese lugar a despedirse, hasta que se dan cuenta de que han partido de este mundo y dejan de buscar la luz, murmurando con sus voces apagadas. 

Hay quienes afirman que todavía, en ciertas noches, se ve a los obreros trabajando. Hay quienes dicen que son las apariciones de esos hombres los que ocasionan los accidentes de esta parte de la carretera. Mito, leyenda, cuento o realidad, las voces de los muertos se siguen oyendo, a través de estos relatos, aún cuarenta años después de que los hechos reales pasaron, en aquella carretera. 



 





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