Mitos japoneses - El fantasma del baño japonés - Aka Manto

Los mitos japoneses de verdad infunden miedo y hace algún tiempo tuve la oportunidad de que me contaran uno, sobre un fantasma que pena en los baños públicos. Me acordé de este mito urbano hace poco, en vista del popular tema del papel higiénico durante la cuarentena. Aquí te cuento este mito.


El fantasma del papel higiénico, que mata

A Mika le habían contado muchas veces la historia del fantasma del manto rojo, una misteriosa mujer, de figura tétrica que se aparecía en los baños público, especialmente cuando te metías al último cubículo, sí, ese que esta justo dando con la pared del fondo. Ese día, se bajó en la estación del tren, era muy tarde ya y no aguantaba las ganas de orinar. Había tomado mucha agua en el camino y la casa aún le quedaba lejos, así que venciendo su miedo a la leyenda, se acercó a los servicios. Para su mala suerte, el primer y segundo baño estaba muy sucios, parecía que una epidemia de estómago suelto los había atacado y era imposible entrar allí, así que siguió buscando hasta ver que el último cubículo, sí, ese que daba al muro del fondo, estaba totalmente limpio, como si nadie nunca hubiera entrado en él. 

La ganas de orinar eran más fuertes, que el miedo, así que sentó a hacer lo suyo. En eso, pudo ver, con horror, que debajo de la puerta se asomaba unas manos huesudas, de uñas largas y sobre sus palmas tenia dos rollos de papel higiénico, uno de color rojo y otro de color azul. Mika se puso blanca del miedo y no podía moverse. Entonces, escuchó la voz gélida de la mujer preguntando cuál quería: "Rojo o azul". Mika recordaba perfectamente que no había escapatoria, las leyendas eran ciertas y moriría allí, en ese cubículo de baño, a manos de Aka Manto, el fantasma del papel higiénico, ¿qué hacer? se dijo. Si elegía rojo, Aka Manto le cortaría el cuello para que se desangre y luego le arrancaría la piel con la misma arma; y si elegía azul, la mujer la ahorcaría hasta que Mika tomara el mismo tono azul del papel. Y si se le ocurría bromear con el fantasma y elegir cualquier otro color... más manos la succionarían a otra dimensión, o al menos eso decían las historias.

Si igual iba a morir, se dijo Mika, quizá sería mejor intentar una cosa más. La mujer siempre llevaba un pedazo de papel en el escote, por si le hacía falta, así que lo sacó, extendió la mano por debajo de la puerta, temblando, y mostrando el papel al fantasma le dijo: "Aquí tengo papel, no necesito más" y cerró los ojos esperando lo peor. En ese momento, las manos del fantasma desaparecieron debajo de la puerta, Mika, se puso en pie de inmediato, abrió la puerta y no vio a nadie, de inmediato salió corriendo del baño público y nunca más volvió a entrar a uno. 

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