Las calaveras no dejan que otros entes entren en la casa

¿Te ha pasado que te mudas y sientes una presencia extraña que te observa todas las noches? Es más, cuando estás despertando, en la madrugada has llegado ver una sombra que se esfuma rápidamente. Cuando me mudé a la casa recién construida de mis padres y tenía 11 años noté algo extraño en la pared, una inscripción que solo yo podía ver... supuse que era mi imaginación... que mi inconsciente me estaba haciendo ver cosas que no estaban ahí realmente... pero los 9 años que viví allí no fueron fáciles... y es que había noches en que sentía que alguien se sentaba o se acostaba a mi lado y otras en las que forcejeaba para que me soltara o sentía que me asfixiaba. Una vez hasta llegué a ver una sombra tratando de ahorcarme. No fui la única... cuando una de mis primas se quedó a dormir en la sala, también fue molestada por esta presencia, sin que yo nunca le hablara de ella, de hecho lo supe años más tarde. En fin, cuando cumplí 20 años me mudé a casa de mi abuelo, donde estaban las calaveras de Ramón y Modesto, de las que ya les he hablado en otra historia y esto fue lo que pasó:


Las calaveras no dejan que otros entes entren en la casa que protegen

Los primeros días en casa de mi abuelo no fueron fáciles. Ya había vivido antes allí, con mis padres, pero esta vez había vuelto sola. Allí tendría más independencia y correría con mis propios gastos. Era como vivir en una pensión. Había olvidado que las calaveras de la casa eran traviesas y les gustaba molestar a quienes no vivían allí así que simplemente reparé la habitación vieja de mis padre (de hecho la remodelé) y empecé a vivir allí. La primera semana fue realmente difícil... y es que al parecer las viejas calaveras de mi infancia se habían olvidado de mí. 

La primera noche que dormí en la casa escuché el silbido de Modesto en el pasadizo fuera de mi habitación. Nadie más estaría despierto de madrugada más que yo que trabajaba a esas horas o hacía mis trabajos de la universidad y él andaba por ahí merodeando. No me daba miedo, porque ya sabía de quién se trataba, pero... el ruido me distraía de mis actividades. 

Aquella noche me fui a dormir tarde y tomé un vaso de jugo que dejé sobre el frigobar que había comprado, a unos tres metros de mi cama. Me quedé dormida, pero me despertó el ruido fuerte del cristal rompiéndose... pero no al lado del frigobar, sino en los pies de mi cama, era como si alguien lo hubiera lanzado sobre él con fuerza, quizá no para dañarme, porque sino me lo hubiera tirado a la cabecera, pero sí para asustarme. Me sobresalté, pero no llamé a nadie de la casa, limpié y volví a dormirme. Algo me decía que Ramón y Modesto tenían que ver con esta travesura. 

A la tercera noche, fueron los ruidos en la ventana. Era como si unos nudillos tocaran y tocaran y obviamente no había nadie afuera, en aquel segundo piso. Debo decir que sus travesuras ya me estaban fastidiando, así que no tuve mejor idea que decirles "Así que me quieres molestar, haz algo que realmente me asuste o déjame trabajar en paz". Estaba en la cama como mi laptop en ese momento cuando la cabecera de la cama se movió con fuera como si fuera un temblor, pero era lo único que se remecía violentamente. Me bajé pensando que era un sismo, pero nadie más salió de su habitación y no era tarde, creo que era tan tarde solo las 10 de la noche. Mi escepticismo pudo más y decidí buscar en Internet si había habido un sismo aquella noche, pero no había nada registrado, así que confirmé que eran Ramón y Modesto quienes estaban fastidiándome aquella noche. 

Recordé entonces que mi abuela solía gritarles, insultarlos y echar agua bendita cuando molestaban mucho, pero también recordé que esa no era mi casa y que ellos habían estado antes que yo. Así que decidí hablarles... no es que haya hecho un ritual ni nada por el estilo, solo les pedí permiso para estar en la casa y no molestarnos entre nosotros, que ni yo iba a empezar a echar agua bendita por todos lados ni ellos iban a estar fastidiando todo el tiempo. Hice una oración por ellos y no volvieron a molestar...

Pero esta no es la historia que iba a contar. De hecho, esta es la historia de cómo Ramón, Modesto y yo llegamos a un acuerdo, después de todo, eran los guardianes de la casa y había que pedirles permiso para vivir en ella. La cosa vino después... ¿Recuerdas que te había contado al inicio que en casa de mis padres había una presencia que me molestaba? Pues volvió a aparecer una noche luego del "acuerdo" con las calaveras. Sentí de nuevo que entraban con fuerza a la habitación, se sentaban en mi pecho y trataban de ahorcarme. La sensación fue horrible... te coge en la etapa en la que no estás totalmente despierto, pero tampoco dormido y solo sientes que no puedes respirar... forcejee entre sueños... (como en una parálisis) y de repente sentí que algo jalaba a esa cosa de sobre mí y lo arrojaba de mi cuarto. El silbido de Modesto empezó a oírse junto con los pasos de Ramón fuera de mi cuarto... y tuve la sensación de que estaba a salvo. No fue la primera vez que esa cosa trató de volver a tocarme... recuerdo un par de veces más que la manecilla de mi habitación se movió con fuerza... como si quisieran abrir como fuera posible... pero de nuevo estaban ahí mis dos guardianes, evitando que esa cosa se atreviera a lastimarme de nuevo. Viví en esa casa 7 años más y dejé de tener los ataques que antes eran a diario... las cosas volvieron a pasar cuando me casé y mudé, fue entonces que  la sombra volvió a aparecer... pero esa es parte de otra historia.  

Algunas tradiciones que cuento en esta historia

* Cuando te mudes a un lugar nuevo o te quedes a dormir en un lugar que tiene historias de fantasmas, pide permiso para quedarte, no solo a los dueños que ves, sino a los que no ves. No es que vayas a hacer un trato, solo di que no quieres molestar y haz una oración por sus almas. Podrás dormir tranquilo. 
* Los espíritus son celosos y no dejan que otros entren a los espacios que custodian. Si son almas buenas no dejarán que almas malas entren a hacerte daño. ¡Esto no quiere decir que hagas sesiones para invocar almas buenas!

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